Ella es mi oxígeno. Es ella, quien despeja mi mente y me ayuda a olvidarlo todo. Quien limpia mi alma y la vacía de visiones, perspectivas y significados. Quien detiene la transmisión de pensamientos, para dar paso a la transmisión de sentimientos. Es la encargada de acallar esos pensamientos que me ahogan, quien me permite sentir sin pensar en lo que siento, quien silencia todas esas voces que me gritan mi pasado, mi presente y mi futuro, mis errores, dudas y temores. Es ella quien consigue que mi mente deje de torturarme con sus visiones y que, temporalmente, deje de encontrarle el sinsentido a esta pesadilla.
Gracias a ella, dejo de juzgar como pesadilla, sueño o realidad, como premio o castigo, casualidad o destino. Y simplemente observo. Sin pensar si me gusta o no. Sin pensar si es bueno o malo. Sin pensar dudas ni explicaciones, suposiciones ni razonamientos. Sin pensar; solo sentir.
Cuando el universo se reduce a la nada y, dentro y fuera de mí, todo queda en vacío; cuando las palabras se quedan sin significado y las acciones pierden su logica; cuando nada tiene sentido... es entonces cuando necesito Música que respirar.
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